En un mundo tan dirigido a la especulación de los valores como lo es el de la numismática puertorriqueña, no hay manera más segura de velar por nuestra inversión que el constante ejercicio investigativo, el flujo responsable de la información y la buena fe de quienes tienen el conocimiento. A tal efecto, enorgullece en lo personal formar parte de una sociedad donde se producen proyectos de investigación y documentación como los libros publicados por el Sr. Ovidio Dávila, el Lic. Fumero y su hijo, el Sr. Luis A. Serrano y otros colegas como el Sr. Enrique Mancheno y la aportación de sus artículos.
Ahora bien, comentaba antes que no hay manera más segura de velar por nuestra inversión que el constante ejercicio investigativo y el flujo responsable de la información. La especulación de valor de la que son objeto nuestras colecciones, en tanto inversión, no se da como producto del objeto coleccionable en si mismo, sino de su oferta y demanda basada en la investigación responsable de su procedencia, trasfondo histórico y, más que nada, disponibilidad. Al momento no tenemos, salvo escasísimas piezas, información sobre las tiradas de nuestros tokens a no ser por acuñaciones en la mayoría modernas. Sin embargo, estos números no están accesibles a la mano del coleccionista y, por otra parte, hay que aceptar que esto no toma en consideración ni resuelve el problema de la disponibilidad de una pieza en casos de pérdida, desaparición de lotes o lotes encontrados recientemente. De esta manera, resulta que, lo que en un momento parece ser una pieza escasa, años luego pudiera ser una pieza a la que ya nadie preste mucho valor.
Colección de J.D. Capiello-Ortiz ©.
Por dar un ejemplo, a mi regreso de Minnesota en el 2006, para ese verano, trabajé en la remodelación del segundo nivel del edificio de lo que hoy es el restaurante Subway, en el Paseo de Diego, esquina con la Calle Brumbaugh. Como ingeniero civil aficionado que soy (es decir: sin tenerlo por oficio), además de rescatar la loza original del segundo nivel de ser cubierta por dos pulgadas de cemento, allí se encontró el más reciente lote de tokens del Estacionamiento de la Plaza de la Convalecencia de Río Piedras. El mismo lee: “Estacionamientos, Río Piedras Inc.” (en el anverso) y, “Diciembre 1973” (en el reverso). Ambas leyendas, al margen del listel, en ambas caras. Quinientos (500) tokens para ser exacto, un solo estilo y no dos como algunos aducen. En un principio, dichos tokens fueron vendidos como muy raros llegando a pagarse por ellos cantidades que fluctúan entre $40 a $70 y algunos hasta $100. Hoy, no más de $15.
Colección de J.D. Capiello-Ortiz ©.
Foto de: J.D. Capiello-Ortiz, 2006 ©.