Biografía de las Riquezas de Puerto Rico
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Nostalgia del Paraíso: haciendas y centrales vistas desde una óptica antropológica distinta

2/24/2019

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It seems, in fact, that the more advanced a society is, the greater will be its interest in ruined things, for it will see in them a redemptively sobering reminder of the fragility of its own achievements. Ruins pose a direct challenge to our concern with power and rank, with bustle and fame. They puncture the inflated folly of our exhaustive and frenetic pursuit of wealth. 
The Pleasures and Sorrows of Work - Alain de Botton
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Lo sagrado y lo religioso 
​Durante tres años viajé con frecuencia dominical a la casa de quien ahora es mi esposa. Cada domingo, cercano al mediodía, salía de mi apartamento en Río Piedras con dirección hacia el barrio La Central en Canóvanas. La 65 de Infantería no se distingue por ser una carretera de gran atractivo para quien viaja con el interés de recrearse la vista. Desde el antiguo puente de piedra en el sector El Cinco (frente al Jardín Botánico de la UPR, en Río Piedras), hasta el magnífico puente sobre el Río Grande de Loíza, no había mucho que mirar salvo por una inmensa chimenea que se levantaba solitaria por sobre todos los almacenes del Parque Industrial Victoria, frente a la entrada al pueblo de Carolina. Llegar a esa intersección de la PR #3 era llegar a un punto de referencia necesario sin importar qué tan clara tuviese en mi mente la ruta que por tres años había recorrido. Ese espacio se había tornado en un estadio de afectos a tal punto que cobraba los visos de un ritual poblador de sentido para aquellas mañanas. La estructura, para muchos, simplemente era la chimenea de una antigua central azucarera que había cesado operaciones; pero para mí era signo de ir en la dirección correcta, era la mitad del camino, el círculo que cerraba, la reiteración de una promesa, la restauración de un pacto; era el centro. 

Así fue hasta que la mañana del domingo, 13 de noviembre del 2011, noté que algo no estaba bien; algo era incorrecto. Esa mañana el paisaje se percibía como un hueco en la memoria; como una película a la que se le ha quitado la música de fondo y de pronto perdiera el soporte que le servía de andamio. La chimenea había sido derribada el mediodía del sábado, 12 de noviembre, y con ella los últimos vestigios de un recinto que en otros tiempos remitía a los ciclos fértiles de la tierra, al olor de las mieles y a las humaredas elevadas como ofrenda al cielo por aquel industrial incensario. Con la caída de la chimenea de pronto entraba a una linealidad temporal que anulaba las posibilidades de aquella dominical vuelta renovadora. Su ausencia me asaltaba con la sensación de lo irremediable. El pacto quedaba quebrantado; la promesa rota.

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Evidentemente, un lazo se había creado entre la rutina de los domingos y aquella arquitectónica presencia. La extraña sensación permaneció por meses. Más bien, la impresión de lo inevitable comenzaba ahora a ocuparme en forma de la constante pregunta del porqué de tales afectos. 
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Descubrí que se trataba de la chimenea de la antigua Central Victoria y que había sido originalmente fundada como la Hacienda Aurora, famosa por haber sido plasmada en lienzo a través del pincel de Francisco Oller. Supe que perteneció a la Sucesión de José Saldaña y luego a Manuel Saldaña; que posterior a marzo de 1887 pasó a moler cañas con el nombre de la Central Progreso, establecida por los Sres. Lamb & Co. bajo administración de Manuel J. Saldaña, quien había vendido 15 cuerdas de la antigua finca de la Hacienda Aurora para que en ellas se construyera la nueva fábrica. Al morir Saldaña, esta pasó a manos de Finley, Mayrn & Armstrong, un grupo de socios a los que luego los Hnos. Finley compran su parte para finalmente fundar la Central Victoria a partir de 1921. Así fue como di con la razón de un nombre cuyo origen se encuentra en el hecho de que, ya para finales de siglo XIX, la central había adquirido la totalidad de los terrenos de una hacienda llamada Victoria que contaba con 620 cuerdas. Y, aun así, toda esa información no alcanzaba explicar ni los afectos, ni los efectos; mucho menos la quiebra de sentido. Aquella historia, por decirlo así, no era mía. 
 
Hay en nosotros una necesidad primordial estrechamente ligada a nuestra condición humana, ligada a nuestra situación de ser y estar, a nuestra condición existencial: esa es la necesidad de historiarnos; ubicarnos en el mundo (y hasta cierto punto transcenderlo). Pero no cualquier mundo dado que no hay concepto viable de mundo en nosotros si no es atado al concepto de orden, es decir: ubicarnos en un mundo cosmizado. Entonces, algo mítico opera en el instante en que esa necesidad primordial se manifiesta y quedamos en medio de un estado de apertura al mundo. Todo se hace comunicante. El mundo natural entra en un proceso de ordenamiento significante del cual nos hacemos partícipes y tanto nuestra forma de actuar, así como la manera en que formamos parte de ese mundo, se ven transformadas. Participamos de una experiencia religiosa en el sentido más esencial de la palabra. Lo cotidiano pierde de pronto su carácter homogéneo quebrándose así una membrana contensora de sentidos sedimentados por la costumbre y la rutina.

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En palabras del rumano, Mircea Eliade, “para el hombre religioso el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones; hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de las otras” (Lo sagrado, 25). Por otra parte, Eliade llama religioso a quien tiene este tipo de experiencias –con lo numinoso como lo designa Rudolf Otto–, dado que las maneras en que el mundo se le muestra y le es pertinente son experimentadas como tal: “como provocadas que son por la revelación de un aspecto de la potencia divina” (Lo sagrado, 17). Esa experiencia es el momento en que se revela aquello a lo que Eliade en su obra llamará lo sagrado. Así lo sagrado es aquello que, siendo propio de una experiencia, la excede haciéndose intransferible mediante conceptos. Se le nombra por analogía. 

Ahora bien, dicho como tal: en términos tales como lo sagrado y el hombre religioso, en este punto pudiera provocar a gran parte de quienes siguen la lectura a pensarse distantes, cuando no excluidos, de semejantes dinámicas o patrones de comportamiento generalmente atribuidos al hombre primitivo. Por otra parte, quien con más optimismo se acerque a este fenómeno dentro del occidente moderno, pudiera confundir lo religioso en cuanto forma de vida y visión de mundo con un cristianismo incipiente. Y aunque con justicia, igualmente justo y necesario se hace señalar la tendencia a un equívoco ya identificado por Rudolf Otto en su libro, Lo santo: Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. 

​Explica Otto que, para el cristianismo, solo “es posible la fe como convicción en conceptos claros, opuesta al mero sentimiento” (Lo santo, 10). De manera que, “sobre otras formas y grados de religión”, es muy característico del cristianismo mostrar un acervo de conceptos que usa en su lenguaje religioso, accesibles al pensamiento, al análisis y aun a la definición, así como su tono pedagógico en los sermones y la preeminencia misma de las Sagradas Escrituras. Añade que, “una de las señales características de la altura y superioridad de una religión es […] que posea «conceptos» y conocimientos –quiere decirse conocimientos de fe– de lo suprasensible” (Lo santo, 10). Pero igualmente aclara que esto no da razón de la amplitud ni totalidad de la idea de lo divino o las maneras en que lo experimentamos, pues más bien estos conceptos operan “como predicados atribuidos a un objeto que los recibe y sustenta, pero que no es comprendido por ellos ni puede serlo, sino que, por el contrario, ha de ser comprendido de otra manera distinta y peculiar” (Lo santo, 11). Concluye diciendo que cuanto más racional tales predicados y conceptos, tanto más inexhausta queda la idea de la divinidad. Más simple aun para los intereses que aquí se siguen, conviene señalar que todo esto discurre mientras refiere al cristianismo por contraste a lo que denomina como “otras formas y grados de religión” y a lo que podemos añadir, “otras formas y grados de la conducta religiosa”.

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Afirma Mircea Eliade que tal cosa como un hombre profano, que ha optado por una vida decididamente desacralizada, no existe en un estado puro. Y añade que, “Cualquiera que sea el grado de desacralización del Mundo al que haya llegado, el hombre que opta por una vida profana no logra abolir del todo el comportamiento religioso. Habremos de ver que incluso la existencia más desacralizada sigue conservando vestigios de una valoración religiosa del Mundo” (Lo sagrado, 27). El homo religiosus, mediante esa valoración del mundo, procura equiparse de mecanismos mediante los cuales poder asegurar su permanencia en lo sagrado pues en ello encuentra un mundo que está saturado de ser. Mantener esa comunión significa vivir en la potencia de una verdad que en lo natural no se muestra y su revelación le dota de una nueva realidad. En palabras de Eliade, “Potencia sagrada quiere decir a la vez realidad, perennidad y eficacia” (Lo sagrado, 20).

Arquetipos 
Ya no deberá parecer tan extraño al lector el relato de aquel ritual dominical con que cada semana renovaba de energías el pacto que había hecho con mi amada y que les narraba al inicio de esta exposición. De hecho, volver a la imagen de la chimenea resultará de gran utilidad para explicar lo que al juicio parece ser uno de los principales elementos constitutivos y de mayor presencia en la conducta religiosa. Esto es la adopción de arquetipos; es decir, la adopción de patrones primordiales, perfectos y ejemplares que subyacen en la sique del sujeto, de los que derivan otros objetos, ideas y conceptos dignos de seguir precisamente por su carácter de eternos y perfectos; “perennes y eficaces”. El arquetipo es funcional por ser el modelo original digno de ser imitado en los momentos en que el ser humano cobra consciencia de su fragilidad o ante lo que Eliade, tanto como Otto, denominan como sentimiento de criatura; como el sentimiento de disolución frente a la potencia que está sobre todas las criaturas. Explica Otto que, ese sentimiento de criatura, distante de ser sentimiento de dependencia que da razón de mí; es decir, de una condición mía y propia de mi ser, opera más como un momento concomitante en el que solo por la experiencia de lo sagrado y numinoso, solo por referir a aquello que está fuera de mí, puede engendrar en el ánimo el sentimiento de criatura. 

¿Pero cómo esto se traduce al espacio de las haciendas y centrales, que son nuestro objeto de análisis? Quisiera aquí valerme de una cita en el contexto de una publicación realizada por la Oficina Estatal de Conservación Histórica (SHPO, por sus siglas en ingles). La publicación lleva por título, Arqueología Industrial: homenaje al Dr. Luis Pumarada O’Neill, y que precisamente reseña el trabajo de Pumarada en torno a las hacienda y centrales. La cita a la que hago referencia es un fragmento de la novela Cold Harbour, de Francis Bret Young, utilizada como epígrafe de la sección dedicada a las haciendas cafetaleras y lee como sigue: “It was like a landscape of the end of the world, and, curiously enough, though men had built the chimneys and fired the furnaces that fed the smoke, you felt that the magnificent of the scene owed nothing to them. Its beauty was singularly inhuman and its terror –for it was terrible, you know– elemental”.

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A contraluz de estas líneas, solo quisiera invitar al lector a imaginar o representarse la sensación que pudiera imprimir en la sique de un peón de la central o hacienda cafetalera, poder mirar a la distancia y entre la vastedad de una pieza de caña o la densa inmensidad vegetal de la montaña divisar, potente, la presencia humeante de la chimenea. Imagínelo. Lo que acaba de experimentar nuestro peón imaginario constituye una experiencia con lo sagrado; una manifestación de lo numinoso. La manifestación de un axis mundi se revela en el imaginario de nuestro peón, dejando al descubierto la inmanencia del arquetipo que habita en la imagen de la chimenea. Un acto fundacional contenido en la tala y deshierbe persisten en la presencia de su estructura como testimonio de cuando el poblado le fue arrebatado al caos vegetal. De más está decir que aquí el arquetipo lo es la creación. La ruptura con la homogeneidad que se opera en el espacio constituye una experiencia primordial equiparable a una fundación del mundo. Instauración del cosmos, mito fundacional, así como un ritual de orientación convergen en una experiencia saturada de ser; esa saturación es lo numinoso. Dirá Mircea Eliade que, “La manifestación de lo sagrado fundamenta ontológicamente el Mundo. En la extensión homogénea e infinita, donde no hay posibilidad de hallar demarcación alguna, en la que no se puede efectuar ninguna orientación, la hierofanía revela un «punto fijo» absoluto, un «Centro»” (Lo sagrado, 26). En ese sentido pudiera resultar emblemático, por ejemplo, el concepto de central para denominar la etapa más desarrollada de un ingenio azucarero. Por otra parte, la proyección hacia el firmamento de una chimenea, instaura una suerte de “arriba como abajo”, “en la tierra como en el cielo”; un ziggurat que pone de manifiesto la unión y reciprocidad cósmica del espacio habitado como reflejo del espacio sagrado. 
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Otros arquetipos pueden inferirse de los patrones del comportamiento del homo religiosus en espacios como las haciendas cafetaleras o centrales azucareras de antaño. Tal es el caso del tiempo sagrado. En estos espacios el ritmo de lo cotidiano está estrechamente ligado al pulso reiterativo de unas tareas evidentemente marcadas por los ciclos fértiles de la tierra y la actividad agrícola. Estas reiteraciones cargan en sí la tipología del tiempo sagrado que, por contraposición al tiempo profano, no responden a las nociones de agotamiento y consumo propias de las sociedades capitalistas (“time is money”). Contrario a la linealidad histórica, el concepto de duración e incluso al pensamiento teleológico cristiano, el tiempo sagrado presenta la capacidad de anular el tiempo histórico o más bien de renovar un tiempo primordial mediante rituales. La repetición de cualquier acto arquetípico transforma al hombre en arquetipo quien, a su vez, por medio de la imitación ritual de un tiempo mítico primordial, “es proyectado a la época mítica en que los arquetipos fueron revelados por vez primera” (El mito, 40-41). Observemos, por ejemplo, rituales como los de purificación como la zafra u ofrendas como el acabe. Evidentemente constituyen arquetipos en la medida en que hubo un sacrificio original mediante cuya repetición podemos expiar toda marca profana del mundo natural y hacernos partícipes del tiempo perfecto. En ese sentido todo ritual de limpieza y purificación mediante fuego u ofrendas de humo son arquetipos de remisión y comunión con la potencia divina.

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¿El Paraíso? 
Mucho queda por decirse sobre estas dinámicas. Poder entender mejor, quizás, cómo se cruzan y cohabitan esos espacios con sus dialécticas dentro de las instancias espaciotemporales de haciendas cafetaleras e ingenios y centrales azucareras; otrora, sistemas predominantes del desarrollo social, político, económico y hasta espiritual de nuestro país, hoy vetustos monumentos ruinosos que el caos vegetal de la homogeneidad montañosa o la masa amorfa del desarrollo urbano reclaman aceleradamente. Necesario se hace poderlo entender pues constituyen dialécticas que como parte del desarrollo espiritual redundan en el desarrollo de la voluntad de un pueblo. Me preguntaba genuinamente al comienzo de esta exposición sobre el porqué de los afectos que en mí habían impreso aquella rutina dominical y la presencia de una chimenea. Y al igual que Eliade y Otto, pudiéramos dar razón de cómo un gran cúmulo de tradiciones propias a la manifestación del pensamiento mítico religioso de la humanidad son testimonio, como poco, de un comportamiento característico del conjunto humano. Como destaca Eliade, esto “Pone de relieve y delata una condición determinada del hombre en el cosmos que podríamos llamar ‘la nostalgia del paraíso’” (Tratado de historia, 343).

Pero de igual forma, y precisamente, con nostalgia del paraíso nos referimos a algo mucho más complejo que establecer diagramas de poder sobre la geometría de la cuidad construyendo plazas fuertes, catedrales y ayuntamientos. Como bien identificaba Mircea Eliade, hablamos de ese “deseo de encontrarse siempre y sin esfuerzo en el corazón del mundo, de la realidad y de la sacralidad, y de manera abreviada, de rebasar de modo natural la condición humana y recobrar la condición divina, un cristiano diría: la condición de antes de la caída” (Tratado de historia, 343).

Entender, por ejemplo, ese aspecto de la humanidad de un peón colector de café como condición existencial (desde y contrastado con la dureza de la faena, la desposesión y relación de total dependencia, la condición de subalternidad y probablemente sostenida por las más primitivas dinámicas de poder), aportaría atisbos más eficaces sobre y para la formación y el entendimiento de la voluntad de un pueblo. De igual forma, resultaría útil poder establecer la conexión de estas estructuras de pensamiento con sus equivalentes contemporáneos como el rol y efecto de la ciclicidad en nuestra cotidianidad política, académica, laboral y familiar desde su manifestación en las relaciones de poder hasta el simple papel que juega el lenguaje al denominar a un centro comercial como “el centro de todo”. Entender esto debería, como poco, ayudarnos a contestar sobre las razones y matices entre aquel sentimiento de criatura y el sentimiento de dependencia. Solo así podremos dar razones de cómo y por qué, a pesar de todo, nuestra gente sigue viendo con nostalgia los espacios “Donde el […] pobre ha sufrido los horrores de la peonada, / bajo el machete del mayoral y la libreta de jornada”. ​

Referencias 
Arqueología Industrial: homenaje a Luis Pumarada O’Neill (2014). Oficina Estatal de Conservación Histórica. Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno: Arquetipos y repetición (1982). Alianza Editorial/Emecé Editores: Madrid/Buenos Aires.
_____. Lo sagrado y lo profano (1979). Guadarama/Punto Omega: Barcelona, España. 
_____. Tratado de historia de las religiones (1986). Ediciones Era/Biblioteca Era: México, D.F. 
Otto, Rudolf. Lo santo: Lo racional y lo irracional en la idea de Dios (1998). Alianza Editorial: Madrid, España. 
 
Página Web 
Biografía de las Riquezas de Puerto Rico - www.biografiadelasriquezaspr.weebly.com 
 
Imágenes 
-Pág. 76, Antigua chimenea de la Central Fortuna de Ponce. 
-Pág. 77, Vista interior de la chimenea en la Hacienda Grande de Naguabo. 
-Pág. 78, Columnas interiores del trapiche de dos niveles en la Hacienda Santa Elena de Toa Baja. 
-Pág. 79, Casa grande y beneficiado de café de la Hacienda la Arbela en Yauco. 
-Pág. 80, Chimenea de la Central San Francisco de Guayanilla. 
-Pág. 81, Casa grande de la Hacienda Santa María de la familia Natali en Maricao. 
 
Nota: Este artículo fue publicado en: EXÉGESIS: Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao (2019), Núm. 1, Año 31, págs. 76-82. Las imágenes son obra original y propiedad privada de la colección del autor. 

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Segundo Foro de Investigación Rural

10/1/2016

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La Llamarada - la Película

2/21/2016

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WIPR • La Llamarada from WIPR on Vimeo.

Cuando tome la desición de comenzar con este proyecto de BIOGRAFÍA DE LAS RIQUEZAS DE PUERTO RICO, fueron dos los motivos principales que me impulsaron a hacerlo. El primero, fue la irreparable, irremediable e injustificable demolición de la chimenea de la Central Victoria en Carolina el 12 de noviembre de 2011. El segundo, fue el total desconocimiento de parte de nuestros estudiantes de todo referente relacionado al mundo de la caña, sus haciendas y centrales.

Pensaba en cómo crearles un mundo de imagenes, documentos, objetos y relatos relacionados a lo que quizás fue uno de los momentos más importantes para el desarrollo no sólo económico de nuestro país, sino que tal vez uno de los más definitorios dentro de las luchas sociales, políticos y laborales de nuestro pueblo. Entonces, nos cae de las manos de Roberto Ramos Perea esta maravilla donde las imagenes, documentos, objetos y relatos cobran vida para darnos una Llamarada en movimiento donde podamos vivir la realidad de un Puerto Rico distante pero muy pertinente.

Para todos los maestros que interesen disfrutar y compartir con sus estudiantes la experiencia de este maravilloso recurso de La Llamarada llevada al cine, pueden comunicarse con el PROYECTO LUCY BOSCANA en la WIPR TV, a la Oficina del Sr. Productor Benito de Jesús. Se realizarán funciones especiales de la película, la próxima semana a partir del 17 de febrero en el Teatro del Conservatorio de Música y luego de la exhibición habrán foros de diálogo con el dramaturgo Roberto Ramos-Perea, Director Artístico de la película, autor de la adaptación y el guión, así como vicepresidente de la Fundación Laguerre. Igualmente, podrán conversar con algunos actores después de la funciones. Es una oportunidad única para ver esta importante muestra de nuestro cine nacional basado en una de las obras literarias más importantes de nuestra literatura.

Escuelas interesadas en ver La Llamarada pueden llamar al 787-766-0505, extensión 3226 ó 3384. O al 787-627-0211.


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Se derrumba un ícono de Guayama

3/31/2015

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Tomado de: El Regional de Guayama
Publicado originalmente el 26 de febrero de 2015
Por: Alex David
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Se derrumba un ícono de Guayama
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Para la región sur y para Puerto Rico decir “Guayama” ha  sido inevitablemente asociarlo con sus dos molinos que, aunque no son los únicos que se han construido en  Puerto Rico, por su ubicación y corelación a la historia de Guayama, sus ruinas son de particular atractivo.

  El molino de Vives, parcialmente oculto a la vista ahora con su construcción que busca hacerlo un centro de turismo activo y el de la Hacienda de la Carlota, el primer molino que ven quienes llegan por el este y que por años quedó en el olvido, junto con la chimenea que se mantiene en buen estado a pesar de que lleva una placa que indica que se construyó en 1909.

  El molino de la Carlota, sin embargo, sucumbió finalmente a la inacción y prácticamente la mitad del mismo se derrumbó y provocó lágrimas en más de un guayamés, principalmente entre aquellos que residían cerca del mismo. “Nos da una pena grandísima ver como se ha deshecho una cosa que hasta con un binocular uno ve el año en que fue hecho y todo y las condiciones bien deplorables que está” dijo Aixa de Lugo, quien vive muy cerca del molino. “Nos quitan algo tan propio de nosotros” agregó.

  “Ay bendito. Esto ha sido un desastre” comentó por su parte la Sra. Ana María Ramírez. “Ha sido una cosa terrible, nosotros vivimos aquí desde que empezó la urbanización hace cuarentipico de años… queremos a Guayama. Esto ha sido un dolor muy grande la destrucción de este molino. Mi opinión es que se pudo haber evitado porque se ha trabajado mucho para la conservación de este molino pero no hemos tenido respuesta de nadie… Guayama ha perdido uno de sus monumentos históricos” lamentó al opinar que se debería reconstruir.

  Los vecinos de la conjunta urbanización Vistamar intentaron durante muchos años que tanto el gobierno estatal como el municipal se interesaran por preservar lo que era uno de los monumentos propios de Guayama pero no tuvieron éxito. Incluso intentaron hacerlo por la vía legal pero, estando en terrenos privados, no pudieron convencer a las autoridades sobre el valor del mismo. En aquel momento, Judith Urgell de Sosa, vecina del sector planteó ante un juez acerca del riesgo de derrumbe por el abandono de la facilidad. Se visitó el lugar y se limpió el terreno en aquel momento mientras se citó al Municipio de Guayama. Apuntó que se llamaría al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) para que se hiciera cargo del monumento y lo reforzara antes que el ramaje acabe con destruirlo.

  Para la siguiente vista fue otra jueza la que atendió el caso y ante ella un representante de la Oficina de Preservación Histórica del ICP “dijo que eso no era ningún monumento histórico”. La jueza ignoró los argumentos de los vecinos y según planteó, los maltrató. Apuntó que al ser terrenos privados, no le correspondía al Gobierno hacer ninguna limpieza. “Se miraban, se mofaban y se reían la de Preservación Histórica con la abogada del Municipio (durante la anterior administración municipal), la señora (Amarys) Coya” dijo al mencionar que se les intentó evitar que cerraran la urbanización pero los vecinos tenían todos los permisos al día. La jueza entonces despachó la situación como que no había caso.

  Sosa recalcó sin embargo que al existir una servidumbre de paso histórica al sector, le corresponde también al Municipio la responsabilidad de los cuidados de esa facilidad. “Aunque no se está usando ahora, eso continúa teniendo una servidumbre de paso” expresó entonces la residente.

  Sosa indicó tras el derrumbe, que había intentado también que la ayudaran el alcalde Eduardo Cintrón y el representante Luis “Narmito” Ortiz pero no se logró más ayuda. “Me han llamado personas llorando” mencionó la ciudadana que agregó que se debe salvar la chimenea

  Tampoco lograron que el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) le diera mayor importancia ni lo declarara como una estructura histórica para protegerla. Según varios ciudadanos, una intervención oportuna hubiese permitido utilizar recursos de la Guardia Nacional y otras agencias para apuntalarlo.

  Hace unas semanas apenas, el Regional visitó el lugar y reportó sobre sus malas condiciones y la posibilidad de que se derrumbara en cualquier momento por las grietas visibles que la maleza provocaba en su interior y alrededores. Residentes afirmaron que alguien recientemente quemó el terreno en lugar de podarlo y esto pudo haber rematado el cimiento del molino.

  Lo cierto es que por ahora, solo la mitad del mismo se mantiene en pie, en el mismo lugar donde salta a la vista cómo parte de Guayama se ha perdido para siempre, a menos que sea reconstruido, lo que no se ve como posible por el momento.

UN POCO DE HISTORIA

  Para el año 1860 la hacienda Carlota era una de las más productivas de Guayama. Era parte del barrio Machete que contaba con su propia central azucarera y comenzó con 741 cuerdas. Casi la mitad del barrio correspondía a esa hacienda.

  El 24 de septiembre de 1883, en el pueblo de Guayama, falleció el propietario Wenceslau Lugo Viña, dejando como sus únicos herederos a su esposa doña Eugenia Dausó y Marguet y a sus hijos. En 1887 esta sucesión era la principal contribuyente en el sector agrícola de Guayama. Ya para la década de los 70 del siglo diecinueve muchas haciendas azucareras fueron abandonadas y vendidas pero la Carlota sobrevivió. En 1888 comenzaron sus herederos a hipotecar su participación. Se endeudaron tanto que al final la perdieron. El 5 de enero de 1891 el Tesoro llevó el crédito a pública subasta y pasó al único licitador, don Ignacio Díaz Joglar. Se mantuvo activa un tiempo pero pasó la mayor parte del siglo XX viendo desarrollar su entorno a uno de tipo urbano y quedando únicamente el molino, su chimenea y pequeñas estructuras como testigos de lo que fue una vez.
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Propietarios  Puertorriqueños:  una aproximación a la historia de Antonio Roig

1/23/2015

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La Revista del Instituto de Cultura Puertoriqueña es una revista académica multidisciplinaria dedicada al estudio y la divulgación de nuestros valores históricos y culturales. Su Primera Serie constó de 100 ediciones publicadas entre 1958 y 1996. En marzo de 2000 comenzó una Segunda Serie con un formato más colorido y afín a los tiempos y tecnologías. En ésta, su Tercera Serie, la Revista del ICP entra a la virtualidad con una edición electrónica, descargable y gratuita. Anualmente se compilarán de manera impresa los tres números correspondientes al año natural de la revista.

Para este primer número de la Tercera Serie, los amantes de la historia de nuestras centrales azucareras encontraran un excelente artículo de Javier Alemán Iglesias sobre Antonio Roig y su emporio azucarero. Para leer el artículo Pulse sobre la foto.
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La  historia  de  la  Central  Lafayette  en Arroyo  de  la  Dra.  Gloria  Tapia  Ríos

8/19/2014

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El libro se presentará en el Teatro Renacimiento del pueblo de Aroyo el día sábado 23 de agosto a las 7:00 p.m. La presentación estará a cargo del Dr. Miguel Rodríguez, Rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe y, luego, en La Fundación Luis Muñoz Marín el domingo 27 de octubre a las 2:00 p.m.
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La FLMM invita a la charla: “La historia de la Central Lafayette en Arroyo”

La Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM) invita a la charla “La historia de la Central Lafayette en Arroyo” a cargo de la Dra. Gloria Tapia Ríos, el domingo 27 de octubre a las 2:00 p.m. en la sede de la Fundación, ubicada en la Marginal del Expreso de Río Piedras a Trujillo Alto.

Para 1938, la Central Lafayette en Arroyo se convirtió en el primer intento cooperativo organizado por sus colonos en Puerto Rico. En ésta interesante charla, la profesora Tapia Ríos analiza el proceso de crecimiento y desarrollo de uno de los grandes emporios azucareros de propiedad absentista en la Isla.

“La charla abarca la historia regional del sureste del país, en particular la familia de origen corso y su sociedad mercantil, Fantauzzi Hermanos, así como el procesos que dio origen a su latifundio a mediados  del siglo 19 hasta el 1938, cuando la Central Lafayette es adquirida por el gobierno de los Estados Unidos, bajo la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico, (PRRA), en medio de una gran crisis económica mundial prolongada por la Gran Depresión, al cual tocó fuertemente a la Isla entre los años 1929 al 1934”, dijo Tapia Ríos.

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Especialista en historia económica y social, la Dra. Gloria Tapia Ríos posee un doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Cursó estudios con la Universidad de Sevilla para la concentración de Historia de América Latina. Imparte cursos de Historia de América Latina y de Puerto Rico en la Caribbean University. Es Asesora Cultural en diversos organismos universitarios para los cuales desarrolla proyectos dirigidos a difundir y a concienciar a la comunidad universitaria en torno a los valores culturales de Puerto Rico. Desde hace varios años se ha desempeñado como Directora Editorial desde donde ha publicado más de 60 libros, numerosas ediciones de revistas culturales y cuadernos de cultura.

Como parte de su trabajo como historiadora está investigando sobre la historia del pueblo de Arroyo y la edición de su tesis relacionada con la historia del litoral sureste de Puerto Rico a través de la Central Lafayette para la publicación

Para información adicional sobre la actividad, libre de costo, favor de llamar al 755-7979, extensión 22 y/o 39.

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Hector  Méndez  Caratini:  Galería  de  Fotografías  sobre  centrales  y  haciendas

9/18/2013

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Para visitar esta magnífica página de Héctor Méndez Caratini pulse el siguiente enlace:
HÉCTOR MÉNDEZ CARATINI
Para ver la galería sobre las Haciendas Cafetaleras de Puerto Rico, 1987-1990:
 Haciendas Cafetaleras de Puerto Rico, 1987-1990
Para ver la galería sobre las Centrales Azucareras de Puerto Rico, 1974-1992:
Centrales Azucareras de Puerto Rico, 1974-1992
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    Jorge David Capiello-Ortiz

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    J.D. Capiello-Ortiz

    Profesor, editor, investigador y escritor premiado por el PEN Club de Puerto Rico además de coleccionista por casi 30 años. Miembro activo de la Sociedad Numismática de Puerto Rico (SNPR #1220) y ex-director del Programa de Promoción Cultural y Artes Populares del Instituto de Cultura Puertorri-queña.

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